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lunes, 30 de julio de 2012

La temeridad....o eso que hacíamos cuando éramos críos...

                                    

                                                         CASOS

                                 LA TEMERIDAD.


                                          
  LA TEMERIDAD...o tener huevos y no cabeza para hacer algo.¿Cuándo fué la última vez que uno hizo algo así a lo loco sin pensar en la más mínima consecuencia?...Supongo que hay que llevarlo en los genes,o es algo que surge en la más tierna infancia, que luego, la "educación", y los complejos,se encargan de destruir o borrar de nuestro ánimo. Para conservar algo de ese inconsciente arrojo para impulsarnos a hacer algo, tendríamos de viajar en el tiempo a cuando éramos niños...y simplemente recordar....

   Eran los tiempos de la merienda, después de la tarea, o al revés, depende de lo remolón que fuese uno y después...la calle.Y las cosas que pasaban allí, sobre todo si tenías encima hermanos aventureros...

   Donde tuve mi segundo hogar, se podía seguir por la acera adelante y llegabas a unas escalinatas, éstas, al subirlas, daban a un inmenso pinar, que ahora es un bonito parque , el de Los Pinos, ahí se podía jugar de lujo, la maleza y los "gusanos venenosos", no eran el menor problema para nosotros, que siempre solíamos quedarnos por aquella entrada de las muchas que  tenía y tiene ese parque...

   Bueno, rebobino. Justo en aquella acera, había un solar derruído, que estaba abierto. Aquel día, me dirigía al pinar a jugar con mis hermanos, que ya estaban allí. Al pasar por el solar, me detuve en seco, y se me ocurrió una brillante idea. La de atajar camino, escalando por la pared destartalada del mismo.

   Allí estaba yo, subiendo por esa pared tosca y salvaje, agarrándome como podía a los huecos y salientes de eso que parecía un muro, arriba, podía escuchar a mis hermanos, con ellos me iba, o eso creía yo...

   De repente, pierdo pie un poco, me resbalo ligeramente. Yo, con mis once años, ya tenía algo de luces para saber lo que venía después, una soberana HOSTIA. Pero mientras pudiese, intentaría ....no pegármela.Me quedé inmóvil, e intenté agarrarme a unas plantitas que salían de una parte de aquella pared, "si consigo cogerme bien...no me caigo", pensé. Tenía sólo once años y todavía no sabía lo que era el peligro...

   Evidentemente...la plantita no pudo con mi peso y literalmente me comí la pared mientras resbalaba hacia abajo. Cuando llegué a mi casa, a mi madre se le subió la tensión y casi le da una lipotimia. Me hice polvo la cara, los hombros, no tenía piernas, ni brazos, parecía un Eccehomo, aunque tener las rodillas llenas de costras, para mí no era una novedad, mis cicatrices en una de ellas dan fe de ello.

   Nos mudamos de nuevo, y ante mí se formaron muchas más espectativas de aventuras, había un enorme lejío relativamente cerca de nuestra nueva casa, un tío mío tenía allí su vaqueriza, con sus vacas, y repartía leche. Ahora, el sitio es una gran urbanización....irreconocible.Pero en aquella época,  una extensión de terreno desolado, donde la gente echaba escombros, con unas enormes laderas, que si te asomabas veías...huertas, campos de regadío y finalmente, el río, aparecía ante mí...y las ganas de aventura, tambien.

   Era nuestro pasatiempo preferido, jugar a los exploradores y seguir escalando, ahora por esas laderas escarpadas. Al fondo,
  bajabas la mirada  y veías un charco negro y una vaca o un mulo ahogado, pero qué nos importaba a la camarilla...sólo queríamos vivir emociones fuertes y las conseguíamos, vaya que si. Recuerdo que miraba para abajo y le decía a mi hermano.."Jose...vamos a morir"., y mi hermano, me decía..."Tranquila, pega la espalda a la pared y camina despacio". Bueno, caminar despacio era, deslizar los pies muy despacio por un saliente, que si te escurrías...pues...hala, a hacer compañía a la vaca ahogada, eso era Temeridad, eso.              

   Tambien rozaban el peligro de muerte las batallas campales que teníamos con los niños de la ciudad, los cordobeses, cuando venían a visitarnos para jugar en el polideportivo un encuentro de fútbol-sala. En el barrio, muy cercano a las instalaciones deportivas, se corría la voz.

   - ¡Ya están aquí los cordobeses!
              
    Y entonces a ambos lados del muro, lluvias de piedras caían de un lado y del otro.Si, yo sé lo que es ver llover piedras, y tambien sé, lo que se siente cuando una de esas piedras te pegaba en todo el cabezón. Aunque peor suerte corrió nuestro amigo Dieguito. Una piedra le hizo una brecha enorme en la ceja.Recuerdo a mi hermano diciéndome que fuera corriendo por tiritas, que había que pararle la "hemorragia" como fuera...Y yo, llegué a mi casa, sisé a mi madre las tiritas recien compradas de la tienda y regresé con ellas, para hacer una cura de urgencia al Diego.Pobre. De nada sirvió. Su padre lo tuvo que llevar a Urgencias volando, para que le dieran media docena de puntos en la ceja. Como enfermera de guerra, yo, hice lo que pude, eso sí.         

   Ahora han cambiado los tiempos, todo, es diferente, los padres estamos más tranquilos, claro, les proporcionamos entretenimiento, y ellos no necesitan ya salir a buscarlo a la calle, tienen una infancia digitalizada, aséptica y exenta de peligros, supongo que son los tiempos, y las circunstancias...

   En cuanto a la temeridad...se va perdiendo, si, llega el pavo, los complejos, y la cobardía, y no lo digo en mi caso, lo digo en general, porque cuando crecemos, nos volvemos cobardes, sin más, y el que diga lo contrario..MIENTE.

  Al menos, mi infancia aventurera...esa...ya no me la quita nadie.
      

         
      

     

     

    

miércoles, 25 de julio de 2012

Mariposas en el estómago.

                                                   CASOS

       
  Tengo mariposas en el estómago...es mi primera entrada de blog y hasta ahora, ni siquiera se me había ocurrido la idea de hacerme uno. Siempre he acostumbrado a utilizar las redes sociales para comentar, pero he descubierto quequn blog puede ser más útil, porque te lo pone más facil a la hora de poder expresarte. 

La culpa de todo ello la tiene en concreto un libro porque supe,  que publicar una reseñita en Facebook, no iba a ser suficiente para mí. Me iba a quedar corta.  

Mi primer libro "vivido". Un libro que encontré por casualidad en la casa de una clienta para la que trabajaba entonces. Yo tendría unos 18 años por aquella época y  esperaba a la mujer para peinarla. Curioseando en su estantería,  reparé en él...me llamó la atención cómo unos ojos fríos observaban de frente en la portada y me pareció entonces una portada de lo más propicia para su título..."A SANGRE FRÍA"..de Truman Capote.


                                         



  Le pedí a la buena señora que me lo prestara, y ésta accedió muy amablemente. Tardé un año en devolvérselo, pues me quedé tan pillada que no quería desprenderme de él. Cuando se lo devolví, la anciana, no se enfadó, me sonrió y me dijo "No me hubiera extrañado perderlo..es un libro de esos que no se devuelven". Yo regresé a mi casa cabreada conmigo misma, llamándome tonta todo el camino...pero ya se sabe..cosas de la conciencia...

    Bueno, en cuanto al libro, narra una terrible historia; la historia de un múltiple asesinato. El de una familia de cuatro miembros, el padre, la madre, y sus dos hijos, dos adolescentes, un chico y una chica.Unos asesinatos que consternaron a la feliz América de finales de los años cincuenta y principios de los sesenta.

   Pero la historia, para mí fue lo de menos.

Lo que me fascinó, fue la manera en que el escritor la concibió.

Truman Capote llegó a Holcomb (Texas) con su amiga Harper Lee, que luego se convirtió en la escritora del gran "Matar a un ruiseñor", decidido a realizar una especie de crónica para un periódico...(o por lo menos eso es lo que ponía como excusa, cuando los buenos vecinos de ese pueblo se impacientaban con sus preguntas)...El hecho, es que la personalidad atormentada y valiente de este escritor, no encajó bien en el día a día de aquel, hasta entonces apacible lugar. 

A base de paciencia y buscar a las personas adecuadas, consiguió de primera mano, información muy valiosa, de testimonios como los del novio de la chica asesinada, los amigos del hermano,los trabajadores del padre y las vecinas de la madre...cada pequeña anécdota, formaba parte de su libretilla de  anotaciones que en conjunto, fueron dando forma real y muy verídica, a las personalidades de las víctimas...Por ejemplo, acabó sabiendo de la corpulencia y buena disposición del cabeza de familia, de las jaquecas y depresiones por las que pasaba la esposa, que el hijo era un muchacho sanote y despreocupado, y que la hija era una chica perfecta y con un gran sentido de la responsabilidad. Acabó sabiendo, cómo era una rutina diaria en la vida de esta familia, sus costumbres, y la forma en que se relacionaban con su entorno y lo más importante...consiguió reconstruir minuciosamente el último día de sus vidas.

   Pero todavía le quedaría hacer lo que más deseaba...conocer a los asesinos.

 Recuerdo de la lectura, que visitó la cárcel, recuerdo que eran dos, uno alto y fuerte,el otro bajito y cojo, que se llamaba Perry. Con éste hizo una gran amistad. La  habilidad y insistencia de Capote, a base de inmumerables visitas, hizo que este último, le hablase...más de la cuenta...

    A estas alturas, prefiero dejar aquí la historia, sería una salvajada chivatear en exceso porque lo suyo, es sentir ese puñetazo en el estómago que te propina la obra conforme te vas adentrando en ella.  

El tiempo y la Historia después,hicieron su trabajo. El tiempo, ayudando a que nos demos cuenta , en mi caso así ha sido, de que sigue intacto, actual e impactante. Porque lo volví a leer de nuevo y no ha perdido un ápice de ninguna de sus virtudes. Y la Historia, porque está considerado uno de los libros mejores jamás escritos. 

En mi humilde opinión, más que la historia, lo que hace que esta obra maestra valga su peso en oro, es la cercanía...cómo Capote, nos acerca a unos hechos contados de manera minuciosa y al detalle, fruto más de una labor de investigación titánica que de su imaginación, una crónica contada casi en tiempo real donde más que lector  uno se siente "espectador" de los escenarios y personajes hiperrealistas dignos de un cuadro de Antonio López.

Uno de los primeros reportajes de investigación que tuvo una repercusión inmediata en una América que no volvió a ser la misma después de esos asesinatos...

   A Capote, por lo que he leído no le dieron premio ni reconocimiento alguno por el libro, suele pasar. Injusticias de la vida...pero no creo que importe ya. Porque este libro, ya de por sí es un premio que os recomiendo. Os recomiendo encarecidamente.